Reservas Funcionales


Muchas veces los pacientes nos preguntan cuánto es lo normal del colesterol, los triglicéridos y la presión a una determinada edad, y lo cierto es que nos ponen en apuros, porque difícilmente podemos dar cifras.

No obstante, siendo el envejecimiento un hecho inexorable que afecta todos los sistemas orgánicos, no es disparatado plantearse semejantes cuestionamientos.

El organismo humano es bastante sabio, y mantiene unos parámetros vitales relativamente estrechos hasta donde le sea posible. Esto se logra gracias a las llamadas Reservas Funcionales, que en términos sencillos expresan ese plus al que podemos apelar ante situaciones extremas.

Todos nuestros órganos tienen reservas funcionales, pero son más manifiestas en los aparatos circulatorio, respiratorio y urinario. Así pues, el corazón, los pulmones y los riñones pueden echar mano de las mismas para subvenir mayores exigencias y conservar la vida, motivo por el cual los llamamos órganos nobles.

El envejecimiento comporta una reducción significativa de nuestras reservas funcionales, hecho que explica por qué una enfermedad determinada puede sacar al anciano de un estado de relativa suficiencia y hacerlo pasar a otro de insuficiencia, ya sea cardíaca, coronaria, respiratoria o renal.

Una forma práctica de incrementar nuestras reservas funcionales, especialmente la cardio-respiratoria, es practicar ejercicios regularmente. Del mismo modo, una dieta rica en agua libre hace más suave el trabajo de nuestros riñones, preservando su función a largo plazo.

Como decían las abuelas, hay que guardar pan para mayo, y la mejor forma de hacerlo en pos de una vejez digna y con calidad de vida es a través de una vida sana.