HTA Sal Sensible


Hace aproximadamente treinta años los cardiólogos logramos por primera vez aproximarnos a la naturaleza fisiopatológica de la hipertensión arterial, gracias a los trabajos de los doctores Ventura y Messerli.

En efecto, la contribución de estos investigadores nos proporcionó las primeras bases racionales para el tratamiento, hasta entonces empírico, de la HTA.

En términos sencillos, ellos clasificaron a los hipertensos en tres grupos hemodinámicos principales:
  • hiperadrenérgicos: generalmente jóvenes y/o estresados;
  • hipervolémicos: generalmente gordos y/o de raza negra; y
  • vasoconstrictivos: los que no encajaban en los dos grupos anteriores.
Los primeros respondían bien al uso de betabloqueadores, los segundos a los diuréticos, en tanto que los terceros iban mejor con vasodilatadores. Confirmábamos así la relación entre la enfermedad y la edad, el estrés, la raza y el peso corporal.

Ulteriormente, comenzamos a tomar consciencia de la tremenda importancia de la ingesta de sal como factor agravante de la HTA en pacientes de la tercera edad (mayores de 60 años). A esto es lo que llamamos HTA Sal Sensible.

Sin duda, la presbisipia, que no es más que la pérdida de la capacidad de percibir los sabores con el paso del tiempo, contribuye a que las personas añosas ingieran mayor cantidad de sal para saborizar sus comidas.

Una mayor cantidad de sodio corporal conduce irremisiblemente a la retención de líquidos, los edemas y la gordura, que si bien pueden contrarrestarse con diuréticos, los expone innecesariamente a sufrir arritmias, calambres y dislipidemias.

Es por ello de la mayor trascendencia reducir la ingesta de sal sódica en pacientes mayores, pudiendo reemplazarla por sal potásica, esto es, pasar del cloruro de sodio al de potasio, ya que el sabor salado no se lo debemos ni al sodio ni al potasio, sino al cloruro.