Medicamentos Genéricos y de Marca

En las últimas semanas hemos visto al Ministro de Salud, Oscar Ugarte, comprometido en una agresiva campaña radial y televisiva para impulsar el uso de medicamentos genéricos, cuyo costo es obviamente inferior al de los productos de marca. Empero, es necesario que las cosas se digan de manera completa, porque toda media verdad resulta a veces en una mentira.

Todo medicamento tiene un principio activo, la parte que tiene acción biológica, y a eso se le conoce también como producto genérico. Ustedes pueden identificar en todo envase un nombre en letra grande, que es el de marca, que se lo pone cada laboratorio, y otro en letra chiquita, que es el principio activo. Para que esto se entienda, pongamos el caso de la avena: ésta puede ser "Quaker" o "3 Ositos", que serían nombres de marca, aunque el nombre genérico sea el del cereal, esto es, avena.

Una presentación de un producto farmacéutico cualquiera consigna la cantidad del principio activo. v.gr. 5, 10, 20 ó 50 miligramos por tableta, pero cada pastilla no pesa eso, sino mucho más. La diferencia de peso está dada por el vehículo o excipiente, es decir, la harina en la que se mezcla u homogeniza el principio activo. A veces, este excipiente tiene características propias, no medicamentosas por cierto, pero sí para favorecer las propiedades del producto, como que no irrite el estómago, que se vaya liberando más lentamente o que enmascare el sabor desagradable del principio activo.

Una vez que un laboratorio de investigación lanza al mercado un nuevo medicamento, tiene el derecho de gozar de una exclusividad temporal, la patente, que le permite ser su único fabricante por un cierto número de años. Este período varía con la legislación de cada estado. El sentido de ello es que se promueva la investigación, y que dados sus altos costos, el laboratorio recupere su inversión y obtenga además un rédito aceptable, lo que a su vez le permitirá dar inicio a una nueva pesquisa con algún otro nuevo fármaco. Es el "corsi e ricorsi" de la industria farmacéutica.

No es pues cierto que todo medicamento tenga una versión genérica, pues sólo aquellos cuya patente está vencida pueden ser producidos por cualquier otro fabricante. Por otro lado, los excipientes empleados en los medicamentos de marca hacen muchas veces la diferencia, lo que permite que una sustancia sea más o menos efectiva, o presente menos efectos colaterales, cuando no adversos.

Sin embargo, ésta no es la principal diferencia. Resulta ser que en nuestro pais no se efectúan pruebas de bio-equivalencia entre los medicamentos genéricos y de marca. Esto quiere decir que no hay forma disponible en el Perú de afirmar que un genérico tiene la misma cantidad del principio activo que su equivalente de marca. Obviamente, este último cuenta con las garantías de un laboratorio de prestigio, que no se va a exponer a caer en entredicho por cargar su tableta con un miligramaje inferior al consignado.

Por el contrario, en las cadenas farmacéuticas y en el propio estado se expenden medicamentos genéricos de laboratorios absolutamente desconocidos, que ni siquiera cuentan con representantes, visitadores o plantas industriales, y cuya reputación resulta del todo dudosa, más aún sabiendo que el peso específico del agente biológico es meramente declarativo, porque no contamos con los medios para verificarlo.

Es más, un medicamento es bio-equivalente a otro cuando tiene no menos del 80% del efecto del fármaco original, evaluado a través de exámenes comparativos respecto al medicamento original, vale decir, el producto de marca. En otras palabras, el genérico puede ser 20% menos efectivo, y ser considerado pese a ello como bio-equivalente.

Con veinte años de ejercicio profesional en el campo cardiológico, les contaré que en mi maletín de emergencia siempre dispongo de Captopril de 25 mg, pues se trata de un medicamento de acción relativamente corta pero bastante rápida para bajar la presión arterial. No obstante, hay una gran diferencia entre el efecto del "Capotén", el producto de marca, y su versión genérica. ¿Por qué será? Lo mismo ocurre entre "Cozaar" y Losartán, entre "Tilazem" y Diltiazén, entre "Renitec" y Enalapril, entre "Norvasc" y Amlodipino, por mencionarles algunos ejemplos.

En lo personal, no estoy opuesto al uso de genéricos, pero creo que deberíamos ser más estrictos en la evaluación de éstos, a fin de garantizar que lo que se consigna responde a la realidad, y haciéndole saber a la población las verdaderas diferencias entre unos y otros.

Una buena alternativa son los productos de marca alternativos. Estos no son más que los mismos principios activos, pero producidos por laboratorios que, si bien no son los inventores del fármaco, cuentan con plantas industriales y adecuados controles de calidad, a fin de garantizar que el medicamento habrá de surtir el efecto deseado. Se reconocen por contar con su propio nombre de marca, y porque en el espectro de precios ocupan siempre una posición intermedia entre los medicamentos genéricos y los productos originales.